INTÉRPRETES: Peter Sellers, Sterling Hayden, Slim Pickens, Keenan Wynn, James Earl Jones, Peter Bull, Tracy Reed, George C. Scott.
MÚSICA: Banda sonora original de Laurie Johnson.
IDIOMA ORIGINAL: Inglés (americano).
GUIÓN: Peter George, Stanley Kubrick, Terry Southern.
FECHA DE PRESENTACIÓN: 29 de enero de 1964.
DURACIÓN: 94 minutos.
BASADA EN LA NOVELA "RED ALERT" DE PETER GEORGE.
Sin embargo, si Stanley Kubrick tiene una obra de denuncia rabiosa, mordaz y completamente desternillante a un tiempo que dramática sobre la naturaleza beligerante de la Humanidad (y, sobre todo, de los dos bandos de la Guerra Fría), esa es Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú?
El título original no es ese, en realidad; titulada en el idioma original "Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb" (algo así como "Dr. Strangelove o: De Cómo Aprendí a Despreocuparme Y Amar A La Bomba"), la película, que muchos consideran el culmen de la crítica a la guerra nuclear y a la absurda doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada, se desarrolla en una situación hipotética durante la Guerra Fría. En mitad de este estado de tensión entre rusos y norteamericanos se ha empezado a desarrollar algo parecido a un acercamiento entre sus líderes políticos, el premier soviético Kisov y el presidente estadounidense Merklin Muffley (Peter Sellers).
Este es el principio fundamental de una película en la que prácticamente sólo encontramos tres escenarios. Puede decirse que la trama gira en torno a la Sala de Guerra del Pentágono (en la que los miembros del Estado Mayor norteamericano y los miembros más importantes del gobierno estadounidense van perdiendo los nervios progresivamente), el bombardero B52 pilotado por el Mayor T.J. "King" Kong (Slim Pickens) y el despacho del General Ripper. Es un filme que critica la paranoia, la hipocresía, la escasa moralidad de un enfrentamiento teórico entre superpotencias, la insensatez de los militares y la torpeza de los políticos, pero sobre todo, que revela lo absurdo del uso militar de la energía nuclear. Porque, cuando se trata de una guerra en la que los dos bandos se van a exterminar mutuamente gracias a la combinación de ataque y represalia nuclear, ¿qué sentido tiene la guerra?
"... but no more than twenty million people killed! Tops! And depending on the breaks!" Para ser una película rodada en 1964, Kubrick ya se demuestra aficionado a los efectos especiales (dentro de las limitaciones de la época), y no se corta un pelo a la hora de hacer bromas indudablemente hirientes y malintencionadas a costa de los políticos, los militares y los más que cuestionables principios de ambas partes. No se trata sólo de la desaparición completa de la moralidad del General Turgidson (George C. Scott) cuando se sabe que ha empezado un ataque nuclear por orden de un único oficial de alta graduación que se ha vuelto loco, ya que recomienda lanzar un ataque total para masacrar completamente a los soviéticos sin que puedan responder, sino de la seriedad con la que los miembros del gobierno estadounidense sopesan las propuestas del Dr. Strangelove (también interpretado por Sellers), un superviviente del régimen Nazi y prototipo del "científico loco" como consejero de investigación y desarrollo de nuevas armas; como cabe esperar de este personaje desde el primer momento, nada de lo que dice o propone está dentro de los límites de la cordura, pero le toman en serio.
Hay ciertas marcas características de esta película, ciertas escenas y atisbos de imágenes que llaman más la atención que cualquier otra cosa en la misma. Por ejemplo, cuando se enfoca a Turgidson durante los primeros minutos de la reunión en la Sala de Guerra, aparece en el encuadre el lomo de un archivo titulado "World Targets In Megadeaths" (Objetivos Mundiales En Millones De Muertes), lo que da una idea del nivel al que trabajan ya los norteamericanos. Por otro lado, el propio Turgidson, que hace su debut en la película en una escena levemente tórrida (y definitivamente íntima) con su secretaria, pasa de dejarla esperando en la cama a acusar al premier soviético de ser un "ateo degenerado" por ir a encontrarse con una querida, y, finalmente, a mirar con interés la posible poligamia que habría que afrontar de cumplirse la amenaza soviética del Arma Definitiva para recuperar la población mundial desde refugios subterráneos. La hipocresía de los personajes es patente a muchos niveles, en varios asuntos y por varios motivos, .
Por supuesto, el guión es una pequeña joya, aunque, para ser sinceros, ni yo mismo aguanto ciertos diálogos técnicos de la película a bordo del B-52 del Mayor Kong, pero supongo que el guión debía demostrar una cierta verosimilitud y profesionalidad en la conducta de los pilotos. Especialmente impagables son ciertas escenas de la Sala de Guerra; recomiendo, por otro lado, que consigáis la versión original de la película; la versión doblada al español no está mal, pero la traducción es infame.
La banda sonora, por otro lado, es un vacío: sólo aparecen melodías al principio y al final de la película (sobre todo, las escenas del final del filme son profundas, a su manera; si podéis, haceros con la letra de la canción que suena con ellas, We'll Meet Again, de Vera Lynn, antes de escucharla). Ahora bien, si lo que buscáis es música, siempre que aparezca el B-52 de Kong (un avión llamado Colonia del Leproso, por cierto) sonará bien alta una melodía militar conocida por todos. Posiblemente otro gag, referencia a la estrechez de miras de quienes lo pilotan, que sólo saben que tienen que cumplir su misión, no importa lo que ocurra.
Kubrick dirigió Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú? teniendo en mente una serie de objetivos. Tenía que ser más o menos fiel a Red Alert, la novela de la que extrajo sus ideas, y al mismo tiempo decidió que quería convertirla en una sátira que apuntara directamente a norteamericanos y rusos. Sin embargo, un hecho poco conocido es que sus actores trabajaron en unas circunstancias algo "especiales"; George C. Scott, por ejemplo, fue engañado (no hay otra palabra más exacta) por el director para que sobreactuara ciertas escenas, haciendo que Turgidson quedara reflejado como una personalidad altamente inestable. Sellers, que demuestra su extraordinaria maestría en la caracterización de tres personajes diferentes en esta película (el Dr. Stragelove, el presidente Mufflin y el capitán Mandrake) iba a realizar, en realidad, cuatro papeles (además de los tres que realizó, el del Mayor Kong), pero debido a un accidente que le sacó del rodaje en el peor momento, Pickens fue escogido en su lugar. Y suma y sigue.
"Gentlemen, you cannot fight in here! This is the War Room!" En todo caso, y a pesar de los posibles claroscuros en los que la película pudiera verse inmiscuida, es indiscutible que es una de las grandes obras del cine de crítica y de la comedia de todos los tiempos.