sábado, 18 de abril de 2009

Vicky Cristina Barcelona

FICHA TÉCNICA:
-TÍTULO: Vicky Cristina Barcelona.
-DIRECTOR: Woody Allen.
-GUIÓN: Woody Allen.
-PAÍS DE PROCEDENCIA: Estados Unidos.
-AÑO: 2008.
-DURACIÓN: 96 minutos.


SINOPSIS
Un narrador cuenta la historia que se produce en el viaje que Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) realizan a España y en la que se entrecruza la curiosa relación de amor entre Juan Antonio (Javier Bardem) y Maria Elena (Penélope Cruz).


ARISTOCRÁTICA DE AMOR A BARCELONA
Woody Allen ya lo dijo cuando rodó la película que quería dedicar su film a su amor por la ciudad del Mediterráneo. Yo lo sabía. Sin embargo, no conseguí percibirlo mientras veía el film. Las calles, la gente y los escenarios por los que trascurren los minutos del largometraje serán de los lugares, pero en ningún momento captan la esencia que los hace ellos, ni a sus gentes, cultura o cualquier otra cosa que puedan tener. Barcelona recuerda a una urbanización para ricos que combina grandes mansiones y restaurantes aristocrático-bohemios al contar con conciertos de guitarristas profesionales en medio de una hermosa fusión de lo mejor de la ciudad con lo mejor de la naturaleza. Con lo que respecta a la otra ciudad española que aparece, Oviedo; cabe destacar que guarda un más que asombroso parecido con la anterior. Cito a la propia película cuando digo que la capital asturiana es una tierra dorada y cálida. Así es. Ni un resquicio de nube, ni casas al puro estilo, ni gentes del lugar. Cualquiera que viera la película diría que España ha sido invadida por ricos aristócratas que se dedican a vivir lujuriosamente de lo que tienen a bien ofrecerles sus rentas. Cualquiera que hubiera conocido mínimamente la ciudad que Woody presenta. La ciudad, la provincia, el país o el mundo. Incluso bastaría con tener nociones sobre la especie humana para intuir en el fondo que algo no encaja.

De todas formas, ¿cómo vamos a saber cómo es Barcelona si la única que se interesa por ella en el largometraje está visitando únicamente restaurantes de lujo y las obras de Gaudí? Y es que ella es una pequeña Allen en miniatura.



UNA CURIOSA HISTORIA CUANDO MENOS
¿Por qué esta profusión sobre la riqueza? Vicky y Cristina vuelan a Barcelona, la una para conocer más sobre la cultura catalana y la otra porque quería tener nuevas experiencias y hacer fotos- y si no lo dice así, mucho se le parece. El típico tópico de la aventurera y la mosquita muerta. Acaban alojándose en la gran mansión de un matrimonio de dos sesentañeros y encontrándose más tarde con el pinto Juan Antonio, que en una comida las aborda (después de haberlas visto con anterioridad) con la proposición de viajar con él a Oviedo para pasárselo bien, conocer la ciudad y tener sexo con él. Cristina quería y Vicky no, pues estaba prometida con alguien ya. Por casualidades de la vida, Cristina cae enferma y Vicky se acuesta con Juan Antonio. Al recuperarse Cristina, ambas amigas vuelven a Barcelona y ya ahí, Juan Antonio inicia un curioso romance con Cristina y los dos se van a vivir juntos a casa del español. Durmiendo, un día avisan de que la ex-mujer de Juan se ha intentado suicidar y entra en juego la loca- y en todo momento excelente- Penélope Cruz, con Maria Elena como nombre. Los recelos de la ex desaparecen a medida que va conociendo a Cristina y con el tiempo, y de forma bastante repentina, comienza una relación a tres bandas entre los tres personajes con el conocimiento de todos ellos.

Romper con el mito del trío estable así como así no es fácil y en ello, ni Woody Allen ni Cristina acaban por aprovecharlo en toda su aparente plenitud. Parece que es algo pero nunca lo llegas a saber con claridad. Con respecto al guión, la historia continúa. Una vez sale del círculo Cristina, Vicky cree querer entrar pero no lo consigue. Es en esencia una única historia estravagante de amor, original y atrevida, sin escrúpulos y esperanzadora.


NARRADOR OMNISCIENTE, OMNISCIENTE OMNISCIENTE
El caso es que Woody Allen siempre encuentra la forma de contar una historia. Quiere hacerlo de una forma que proceda con cada caso, alcanzar la fórmula concreta, y creo que en este caso no sólo no ha acertado con ella, sino que se ha pasado ligeramente de listo. Su Cristopher Evan , como voz en off, resulta cargante, se acaba pareciendo a esas voces que siguen como un hilo musical de ambiente los documentales de naturaleza. Nos cuenta cosas que pueden verse y otras que de hecho se ven. Sobrepasa así el límite que deviene de la combinación entre la razón y la percepción, fundamento esencial de lo audiovisual.

CONCLUSIÓN
Cabría destacar el excelente trabajo de los actores y del casting al reunirlos así. Su labor, sobre todo la de los actores españoles, sólo se puede percibir en versión original, ya que con los doblajes la tragédia pierde la fuerza tremenda de la voz que impone la desesperación de Penélope Cruz o la rabia agotada de Javier Bardem.

viernes, 10 de abril de 2009

Antes que el Diablo sepa que has muerto

MICROFICHA:

DIRECTOR: Sidney Lumet.
INTÉRPRETES: Philip Seymour Hoffman, Ethan Hawke, Albert Finney, Marisa Tomei, Rosemary Harris, Aleksa Palladino, Michael Shannon.
MÚSICA: Carter Burwell.
IDIOMA ORIGINAL: Inglés (americano).
GUIÓN: Kerry Masterson.

FECHA DE PRESENTACIÓN: 6 de septiembre de 2007.
DURACIÓN: 117 minutos.



Brutal. Coge a un cobarde desesperado, un contable hedonista, un ex-policía enloquecido por el asesinato de su esposa, una esposa trofeo, un delicuente de poca monta, la mujer del delincuente de poca monta, un camello rico con vocación de casero, un atraco a mano armada que termina mal, dos asesinatos, tres cadáveres, cuatro muertes y un entierro, una complicada relación de familia, un problema de dinero (siempre acaba siendo un problema de dinero) y mételo en los mismos cien folios en blanco; agita, mézclalo con un toque de drogas, un pespunte breve de billetitos verdes, una cantidad importante de sexo, un par de pistolas y mucha, mucha ambición y tendrás una historia cruenta, que explica mucho de la vida y de las emociones humanas.

Trabajo de muy alta calidad, con una dirección que recuerda mucho a los Cohen, una actuación extremadamente buena, sobre todo por parte de Philip Seymour Hoffman, que interpreta a un oficinista reprimido de cierta responsabilidad y costumbres turbias, Andy Hanson; menciones especiales a Hank y Charles, interpretados, respectivamente por Ethan Hawke y Albert Finney. Dirigida por Sidney Lumet. Reflexionad, antes de verla, sobre qué es lo que estaríais dispuestos a hacer para cambiaros la vida, para cambiárosla por completo... y, cuando la hayáis visto, replanteaos por completo lo que hayáis pensado. Brutal de veras.


ANTES QUE EL DIABLO... En el cine, a veces se cuentan historias duras, lamentables o, directamente, tristes. Sin lugar a dudas, Antes que el Diablo sepa que has muerto es una de ellas.

Te das cuenta de lo importante y preciosa que es la vida humana para ti y para los demás sólo y exclusivamente si esa vida se apaga de repente, sin avisar. Entonces, todo cuanto había alrededor de la persona fallecida se hunde a gran velocidad. Y, también entonces, te das cuenta de que las cosas a las que daba importancia eran menos importantes de lo que parecían. Esta historia combina estos hechos con la ambición de un par de hermanos irresponsables que intentan corregir sus propios errores vitales a través de un único golpe astuto... y fracasan, con consecuencias difíciles de predecir.

Esta es una historia en la que se mezclan de manera bastante confusa argumento, ilusión, proyectos y desastre, drama y sufrimiento humano. Orgullo, avaricia, ira, lujuria, gula... todo un catálogo de pecados están a disposición del espectador en Antes que el Diablo sepa que has muerto, obra del director estadounidense Sidney Lumet (a quien comparan con Scorsesse por la profundidad de su cine). Este filme, sin embargo, se sumerje en los personajes y da una explicación muy plausible de lo que es cada uno de ellos. Son peligrosos. Son ambiciosos. Y, ante todo, están desesperados o descontentos con lo que les ha dado la vida... y, antes que eso, con lo que les ha tocado.

El atraco, no obstante, será el agente detonante de todo el problema, y será en torno al atraco donde se desarrollará toda la trama; casi es planteamiento, nudo y desenlace, causa y efecto, culpable y víctima. No es más que un MacGuffin, es cierto; pero es el centro mismo de la película (casi un protagonista más, puesto en el filme por un brillante Kelly Masterson), en torno al que los protagonistas y los secundarios verán retorcidas y torturadas sus ilusiones, sus objetivos y sus mismísmas vidas.


NO HAY CRIMEN SIN TALENTO. La gran desventaja de una historia complicada es que no hay manera de contarla de una forma completamente lineal; y esta película es complicada, y mucho. Hay formas de explicar las posibles salidas a esta situación, y la más útil es (cómo no) la imposibilidad de inbuir de interés a una escena al tiempo que darle un marco temporal coherente, ya que puedes ver a dónde va la película con claridad. Es una fórmula muy repetida en el thriller y, a mi juicio, está tan gastada que ya no funciona como antes. Para eso están los flashbacks.

Esta película recuerda al cine de Tarantino por ese motivo; toda la película está descoyuntada, planteada al estilo de los flashbacks, cada uno desde un punto de vista, explicando los motivos de cada personaje para sus acciones al remontarse a sus causas primeras, a los orígenes mismos de sus desastrosas actividades. No es que busquen la exposición desordenada de la trama y los hechos que la componen; todo el espinazo fundamental de la historia queda bastante claro en los primeros minutos de la película. sin embargo, con cada nuevo flashback empiezas a ver los detalles, las peculiaridades en cada personaje, en sus deseos, en sus aspiraciones, en sus miedos, en sus fracasos, en sus defectos... y, al final, claro está, en su caída. Eso sólo se consigue con un guión de primera, y con una relización de lujo. Antes que el Diablo sepa que has muerto los tiene. Y los desarrolla sin miedo, con transiciones rápidas y decididas, sin que resulten discordantes en absoluto. En conjunto, derivan hacia el final de la película, que no decepciona, aunque es algo previsible.

La puesta en escena es decididamente rotunda y deliciosamente acabada; Masterson, responsable del guión de Antes que el Diablo... hace un trabajo de buena coordinación y consigue un filme oscuro, casi deprimente, pero muy intenso y triste. Los resultados son tan evidentes que dan ganas de llevártelo a casa (más que otra cosa, el tal Masterson hizo su debut con esta película). El trabajo de cámara es, de hecho, bastante bueno; pasando del intimismo a los ámbitos públicos sin transiciones dignas de mención, el punto de vista se mueve rápida y decididamente, con suavidad y sin subjetividad, a pesar de que adopta una perspectiva en primera persona con mucha frecuencia. Lo refleja todo. De forma objetiva. Si Andy grita, la cámara va a Andy. Si Gina se asusta, la cámara quiere a Gina. Si Charley grita por teléfono, Charley recibe toda la atención del mundo. Un trabajo, en definitiva, simple y puro de atención focalizada.

Por otro lado, hay algunas composiciones en las escenas más especiales de la película que me fascinan. Cuando Hank y Andy hablan en el patio trasero de su casa, se sientan en un banco sin respaldo, cada uno mirando hacia el lado contrario. El resultado es que ambos aparecen reflejados a la vez, pero no se perciben las emociones que puedan reflejar sus rostros a la vez. En última instancia, no es que reflejen mucho.

A pesar de todo lo dicho hasta ahora, lo que de verdad se lleva el premio del día a la mejor película es (sin lugar a dudas) las actuaciones. Cógelas como quieras, la caracterización de los personajes y su extraordinaria capacidad para sacar emociones a medias, pero lo suficiente presentes como para que sean evidentes para el espectador, e incluso en los momentos en los que se imponen las emociones a la razón, con estallidos de furia, culpabilidad o pura desesperación son el mérito de cada uno de los actores. Y es un mérito increíble, porque disfrutas con la actuación de todos ellos. Particularmente magistrales son los personajes de Philip Hoffman, Ethan Hawke y Albert Finney. Son sencillamente sensacionales, y Lumet ha sabido exprimir a los tres actores al máximo, con resultados proporcionales a su talento. Esto es, tal vez, lo que separa a Antes que el Diablo... del cine de los hermanos Cohen: su emotividad, que depende directamente del casting y del director que está detrás de sus componentes. Los Cohen podrían haber hecho el mismo trhiller criminal con la mitad de sutiles matices y el triple de crudeza, pero entre la puesta en escena de Masterson y las dotes interpretativas de todo el reparto, podemos decir que el resultado no habría resultado ni de lejos tan intimista ni tan delicadamente construido, una obra de arte. Terrible, sin duda, pero una obra de arte. Arte cuando Philip empieza a gritar en el coche, cerrado con su esposa dentro; arte cuanto destroza metódicamente su piso; arte cuando deja implícito que el único culpable y responsable final de TODO es Hank, su hermano menor.

Por último, la banda sonora es magnífica en su simplicidad y brevedad. La melodía principal de la película no está hipertrofiada, tiene el tono adecuado (oscuro, resonante, casi acusatorio, fuerte y con una inensa culpabilidad) y se presenta en los momentos exactos de la trama, dejando el silencio para los instantes más importantes y brutales de los diálogos.



TODO QUEDA EN FAMILIA. [Atención: spoilers en masa de aquí en adelante; no leáis nada más, o toda la historia se va al garete. Es lo mismo que reventar la película por completo. Si no la queréis ver, allá vosotros.] Andy Hanson (interpretado por el brillante Philip Seymour Hoffman) es un ejecutivo en apuros; tiene una esposa preciosa, Gina, (que le pone los cuernos con el hermano menor de la familia Hanson, Hank), un trabajo excelente (en el que lleva una doble contabilidad que la auditoría de la semana que viene va a reventar) y pocos vicios (exceptuando el de pincharse heroína en la casa de su camello de lujo particular). Su vida le da asco, aunque no lo admite. No disfruta ni siquiera de la droga. Se limita a sobrevivir, pero la amenaza de la auditoría fiscal podría estar a punto de acabar con él. Y, en mitad de este mogollón, se percata de la solución a todos sus problemas.

Hank Hanson (Ethan Hawke) es un pringado de infantería y, aunque no es realmente una mala persona, tiene un cierto fondo criminal; tiene una ex-mujer difícil, una hija adolescente que hace preguntas incómodas para un padre en bancarrota y un deber para con ellas que cobra la forma de mensualidades. Está realmente empantanado; lo único que le gusta de su vida es su aventura con la esposa de su hermano, Gina (Marisa Tomei), una belleza escultural, que parece corresponderle con sinceridad, aunque no es demasiado inteligente. Sin embargo, quiere a su hija, y está dispuesto a mantenerla y a pagar las facturas del colegio al que va. Por eso, cuando Andy le cuenta cuál es la solución a todos sus problemas, se cuestiona sólo dos o tres veces la moralidad de sus actos. Pero es menos atrevido que su hermano. Robar en una joyería, vale; sin embargo, robar en la joyería de la familia...

Pero todo se va al infierno cuando el compañero al que Hank contrata recibe un tiro por parte de la dueña de la joyería, que no debería haber estado el sábado en el que se realizaba el atraco. La dueña de la joyería recibe un disparo como represalia, a pesar de que Hank le había ordenado a su socio que no disparara. El hombre encaja un tercer balazo antes de caer a través del cristal de la puerta del establecimiento, ante los ojos desorbitados del propio Hank, que sale huyendo.

Horas más tarde, los hermanos Hanson se percatan de lo peor de todo; en lugar de la vieja empleada que se encarga de la tienda los sábados, quien estaba allí era Ninette Hanson (Rosemary Harris), su madre. Y, tras una larga agonía comatosa, su esposo decide que prefiere "dejarla marchar".

En su rabia furibunda ante la ineficacia de la policía, el cabeza de familia, Charles Hanson (Albert Finney), se decide a encontrar al compinche del asesino de su mujer, que escapó en coche tras verle morir. Va tirando del hilo hasta que descubre el origen de todo el problema... y, para entonces, Gina ha dejado a Andy, Hank tiene que enfrentarse a la viuda desconsolada de su compañero en el "trabajo" en la joyería (y a su hermano) y Andy tiene planeado resolver todos sus problemas (por segunda vez) robando a su camello. Sin embargo, las disensiones entre los hermanos Hanson (Andy, frío, rabioso, con ganas de terminar con todos sus problemas y huir de la auditoría; Hank, asustado, desconcertado, deseando quedarse con su parte del dinero para pagar a su ex-mujer y a la viuda y dejar el asunto zanjado) terminan dejando a Andy y al hermano de la viuda heridos de muerte. Andy terminará en el hospital, malherido... sin saber que su padre, que sigue experimentando intenciones homicidas y a estas alturas ya lo sabe todo, le ha seguido.


VEREDICTO: Cruel. Descarnada. Reflejo leal a la realidad de lo peor que puede sacar el ser humano cuando se convierte en un auténtico criminal y no le importa convertirse también en asesino, haciendo de la lealtad un valor altamente relativo. Un torbellino moralista y retributivo que intenta demostrar que los malos actos nunca salen gratis... especialmente, contra los seres queridos. Un problema clave: ciertas escenas podrían resultar algo lentas y monótonas. Un punto fuerte clave: la actuación, que es perfecta y no se hable más. Resumen: el prototipo de la película dura, sin tapujos, en los que los personajes sufren sólo por sus propios actos, como consecuencia de sus propios actos.