sábado, 15 de noviembre de 2008

PULP FICTION

TAL VEZ YO SEA LA TIRANÍA DE LOS HOMBRES MALOS... ¡Bienvenidos a nuestro Blog de crítica, que intentaremos mantener vivo con asiduidad a partir de ahora con un flujo constante y sonante de comentarios, críticas y opiniones sobre temas tan diversos como el cine, la literatura, la música o cualquier cosa que nos interese en ese momento. Básicamente, estamos aquí porque, a veces, encontramos cosas soprendentes y, a menudo, meritorias, que reciben menos atención de la que creemos que deberían tener. Por esto mismo, escribiremos sobre ellas.

En primer lugar, queríamos escribir sobre una película; como todos sabemos, Quentin Tarantino es un director de cine muy famoso, muy seguido y admirado e igualmente criticado, pero su Pulp Fiction es algo más que una película o una obra de arte. Es una expresión soterrada de sus opiniones, sus deseos, sus gustos y sus manías, que disfraza y confunde hábilmente.

Lo cual, por cierto, se aplica a cualquier obra de arte que encontréis. No me hagáis caso.

Sin embargo, también queríamos empezar con Tarantino (y, específicamente, por Pulp Fiction) porque su obra resulta grotesca, pero atractiva, desde el sanguinario y cruel punto de vista de sus guiones y de su trabajo de dirección (el punto de vista que, gracias a su talento, llega a las pantallas para dejarnos clavados en el sillón, a veces con ansias asesinas y a veces con ganas de ir al baño urgentemente).

Es sutil, y basto; es confuso, pero directo; puede ser tan coherente como un suelo de baldosas blancas y negras, de esas que simulan la disposición de casillas de un tablero de ajedrez, y a un tiempo tan impredecible como que te masacren mientras sales del baño, tan feliz. Tarantino sabe hacer eso. Carecerá de otras cosas, pero hay que concederle la habilidad de atraerte a su terreno, un terreno horrible en el que el caos, Dios y la suerte juegan a los dados, y casi nunca gana ninguno.

Así que, he aquí nuestro homenaje. Habrá mejores películas, mejores directores e incluso mejores personas, pero empezamos por aquí la labor crítica de nuestro blog. Por algo lleva el apellido de Tarantino, ¿no os parece?

(PD: Si alguien tiene intención de ver la película, por el amor de Zed, vedla antes de leer esta crítica... o nos detestaréis amargamente el resto de nuestros días.)




PULP FICTION

MICROFICHA:
DIRECTOR. Quentin Tarantino
INTÉRPRETES. John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Bruce Willis, Harvey Keitel, Tim Roth, Amanda Plummer, Maria de Medeiros, Ving Rhames, Eric Stoltz, Rosanna Arquette, Christopher Walken.
IDIOMA ORIGINAL. Inglés (americano)
GUIÓN. Quentin Tarantino, Roger Avary.
FECHA DE PRESENTACIÓN: 23 de septiembre de 1994, Cannes.
DURACIÓN: 154 minutos.

TRABAJO DE DIRECCIÓN. Si la vida fuera la película, el director serían las escenas que escogeríamos para verla en nuestro recuerdo o nuestra imaginación. Acotamos las distancias, regulamos la altura y los movimientos. Así es como funciona para que un beso parezca un beso y no un roce estúpido y sin pasión. Para mí Quentin Tarantino es la clase de director que no necesita de helicópteros y humo para hacer sentir dolor, pasión, ira, miedo o suspense. Eso es lo que hace de él un magnífico director y de su Pulp Fiction una obra maestra.

La conversación entre Marsellus Wallace y Butch desde los hombros del primero se ve desde los ojos del primero durante todo el diálogo. Podemos ver a Bruce Willis completamente quieto, sin decir absolutamente nada y con una calma bastante inexpresiva, atontada o permisiva. Como público, la imagen consiguió centrarme en la mirada del silencio generado por la propia escena. ¿Quién eres, el mandante o el mandado? La contraposición de sentimientos, el misterio de oír pero no ver, de ver pero no oír se vuelve a repetir de una forma un poco más delicada en el monólogo del “reloj de la familia” o “el reloj ermitaño”, y creo que es el tono que caracteriza la mayor parte del film. Veamos, Mia pendiente de los videos de su casa desde una supuesta sala de control en la que ella es la única guardia de seguridad, los contrapicados en el momento álgido de tensión a la hora de disparar a Brett casi al inicio de la película o en el coche con el que llega el Señor Lobo a solucionar problemas. ¿Qué es ella?¿Paranoica o excéntrica? ¿Quiénes nosotros?¿Brett o los asesinos a sueldo? Nadie y todos encuentran su lugar en este tipo de presentaciones.

Una pieza más en este montaje sería la humanización de los personajes por métodos narrativos del cine. De hecho, nadie se libra de su plano de cuerpo entero- el plano genuinamente humano, después de todo- paralelo al suelo. Marsellus acaba así su misticismo cruzando una acera con el maletín que contiene los diamantes que se robarán en Reservoir dogs, Vincent termina sus días así frente al baño y Mia caminando al baño para “empolvarse la nariz”. No obstante, no quiero que parezca que el plano medio es un recurso clavado con profundidad en la dirección de este director. De hecho, la riqueza de planos es algo que acompaña constantemente a su forma de presentar la acción, sobre todo los rostros que la protagonizan: asesinando a Brett, el recepcionista que atrapa a Butch y a Marsellus, las tomas de los conductores dialogantes, triunfales después del trabajo, o a Vincent bajo los efectos de la heroína. El retrato de la vida y los desencuentros de forma más exagerada, de forma más auténtica, pues no hay ficción que pueda alcanzar la realidad en su cantidad de posibilidades o deformaciones.

Y es que todas las piezas encajan porque han sido encajadas con premeditación, como el curioso montaje de escenas entrelazadas. Diría que es más que un rompecabezas una historia. Quentin quiere que unas cosas vayan antes y otras después y quiere causar una sensación determinada. Puede que la línea sea más bien una intersección de sentimientos alterados por la acción ininterrumpida, constante, impredecible. Todos son actores de un drama en el que se combina la tragedia con el romance, el peligro y la salvación. La vida comienza con una aventura de los ladrones de restaurantes, de dos enamorados advenedizos que ni siquiera saben dónde se meten, sólo quieren probar; acaba (podemos decir que es un final para la película, no para la vida) con la tranquilidad que otorga la experiencia, esa especie de fe resucitada y la esperanza en algo más allá.

OPINÓ: Carlos Naval.

GUIÓN Y ARGUMENTO. ¿Cuántas veces he debido ver esta película? Ya ni lo recuerdo, pero puedo decir que han sido muchas y que todavía no he conseguido terminar de entenderla.

Esto es algo fundamental, nadie (y quiero decir nadie) te podrá decir que la ha entendido a la perfección con sólo verla una vez, porque, entonces, no sería una obra maestra, no tendría el argumento realmente extraño que tiene.

Es difícil saber cuándo empieza o cuando termina la película; en realidad, podría decirse que no hace ni una cosa ni otra. Se trata de un argumento dividido en una estructura episódica cuyo resultado es un magnífico desarrollo, bien definido pero con múltiples saltos en la acción, en cuyo seno se van entremezclando historias que desembocan en el mismo punto donde empieza el filme propiamente dicho: en la escena de la cafetería, desarrollada al principio y al final de la obra.

Este es un detalle importante, pues si somos un poco observadores repararemos en que la escena del final es la inicial, ya que Vincent y Jules aparecen con los bermudas y camisetas sentados en la cafetería "después" de que tuviera lugar el episodio en el que recuperan el maletín de Marsellus y Vincent, "después" de que se le disparara la pistola en el coche y "después" de la Situación Bonnie. Es, pues, el punto de inflexión de la película, pero sólo cuando ésta ya se ha desarrollado a su alrededor; mención aparte merece el episodio de la Historia del Reloj, que puede considerarse una prolongación de todas las demás hitorias. Pero, a pesar de que puede ser un poco confuso para el cinéfilo primerizo, para no descuartizar la película es recomendable no unir escenas para que éstas queden ordenadas cronológicamente. Sólo haría que la historia fuera pírricamente más comprensible.

Por todo ello, a continuación veréis una relación de las cuatro grandes historias de la película tal y como aparecen en la película; salvo por la ya mencionada escena del restaurante, que se explicará en último lugar.


Vincent Vega y la esposa de Marsellus Wallace: Vicent Vega, uno de los matones protagonistas, un "favorito" de su jefe. Mientras le da su encargo, en el bar en el que comienza este capítulo de la película, está claro que se aprecian (aunque nunca llegamos a oír la conversación que mantienen).

Antes de este capítulo, Vega y Jules aparecen hablando sobre el encargo que Marsellus le ha encomendado a Vega: tiene que hacerse cargo de Mia (esposa de Marsellus, su muy peligroso y poco razonable jefe) y de su entretenimiento durante una única noche. Ambos recurren alegremente a las drogas en este episodio, tanto para soltarse en su conversación como para progresar en la historia propiamente dicha, puesto que, tras una tranquila y seductora velada en un bonito restaurante con imitadores de personalidades del cine americano, ya en la residencia Wallace, Vincent sale del baño (tras intentar convencerse de que no quiere llegar a nada con la sra. Wallace) para encontrarse con Mia en el suelo del salón, con la cara manchada de espumarajos y sangre de su nariz; no creo que Vega sea consciente de ello, pero Mia se ha intentado esnifar la heroína que lleva el matón en su abrigo, creyendo que es cocaína. Desesperado, Vega mete la directa y, sin importarle mucho lo que éste le diga, va a casa de su camello de preferencia para buscar ayuda. Tras unos minutos de crisis nerviosa, angustia y confusión, Mia es salvada por muy poco. Entre ellos, se crea un acuerdo bastante firme y tácito de no revelar nada al celoso Marsellus.

Un par de detalles: Vega y Butch se cruzan en esa misma escena, con malos resultados, que germinarán y darán fruto algún tiempo después; a propósito de Butch, esta historia comienza con la entrevista que éste mantiene con Marsellus acerca de los sucesos que acaecerán en la historia del reloj; y, durante casi todo el episodio, Vega y Mia están colocados, sea con drogas fumadas, esnifadas o inyectadas.


La historia del reloj. Butch es un hombre orgulloso, y tal vez inmisericorde con sus enemigos; de manera que, cuando Marsellus Wallace le da un consejo que, según el jefe del hampa, "agradecerá", no puede imaginar hasta qué punto le perjudicará decirle "Notarás un pinchazo en la garganta... será el orgullo, que intenta joderte."

Este relato de un boxeador veterano, cuyos mejores momentos han pasado, comienza de hecho en la escena del bar ya mencionada, en su parlamento con Marsellus, quien le ofrece una gran cantidad de dinero a cambio de dejarse ganar en su última gran pelea. Butch acepta. Seguidamente, traza un plan con su representante, que ofrece a todos los corredores de apuestas un desafío que estos no rechazan, seguros de su victoria apostando al contrincante de Butch; al final, Butch machaca, literalmente, a su oponente, y, siguiendo su plan, huye en taxi de su apartamento (buena escena, por cierto, con la morbosa Esmarelda como conductora, por la que se entera de que su oponente está muerto) para reunirse con su pareja, una chica francoamericana llamada Fabienne, en un apartado Motel. Por desgracia, Fabienne ha olvidado la reliquia familiar más preciada de Butch, un reloj que poseyeron tres antepasados del boxeador, los tres soldados, que vieron tres guerras diferentes con él.

Enfurecido y rabioso, Butch corre a por el reloj, pero se encuentra con una semiautomática en su casa. Vincent Vega sale del baño mientras él tiene el arma en sus manos y aquí llega el momento de recoger los frutos mencionados antes.

Tras acribillar al matón de Marsellus, Butch limpia el arma y se marcha, casi feliz, de su apartamento. Ya está conduciendo para reunirse con Fabienne cuando descubre a un Marsellus transeúnte, al que trata de atropellar. Si bien no logra acabar con él y sufre un accidente al chocar con otro vehículo, Butch logra reducir a su perseguidor en una tienda de empeños, y se dispone a matarle cuando el dependiente le encañona y deja sin sentido. Tras esto, les lleva a la trastienda, donde él y un amigo suyo, Zed, cogen a Marsellus y comienzan a maltratarle y violarle, pero Butch, mientras sus captores están ocupados, logra soltarse y, aunque se plantea huir, se lo piensa mejor. Se da una de las escenas más divertidas de la película, mientras Butch registra la tienda en busca de armas; sus elecciones son marcadamente Tarantino-stile. Finalmente, vuelve a la trastienda, se deshace de uno de los hombres y deja que Marsellus se encargue del otro; esto le deja una cierta deuda por pagar a Marsellus, que sólo puede pagar dejando escapar a Butch, con la intención de alejarle a él y a lo que se convertirá en su "secreto" de Los Ángeles.

Butch, verdaderamente liberado y deseando huir, escapa con Fabienne en la Chopper de Zed, mientras le dice a su chica: "Zed está muerto, nena. Así está."


La Situación Bonnie. Tras masacrar a dos de los ex-socios de Marsellus en un lucrativo negocio, que parecían estar a punto de traicionar a su jefe, Jules y Vincent son tiroteados sin éxito por un tercero, que recibe varios disparos de ambos hombres; Jules, sorprendido por la increíble coincidencia que supone su supervivencia ante un arma disparada tan a bocajarro y tantas veces, lo interpreta como una intervención divina y afirma que va a dejar su "oficio".

Mientras van en coche discuten la naturaleza divina o mundana de lo sucedido junto al cuarto de los ex-socios de Marsellus, Marvin, el soplón que le ha avisado de las intenciones de sus compañeros; en un momento sorprendente, Vincent se vuelve con la pistola en la mano y le pregunta a Marvin qué opina... justo antes de pegarle un tiro en la cara, aparentemente por accidente. Jules, agitado y furibundo ante la perspectiva de llevar un coche completamente revestido de sangre por dentro, llama a un viejo amigo suyo que vive en las proximidades. Jimmy, el amigo de Jules, les acoge, pero su esposa llegará en cualquier momento y no sabe nada de su pasado criminal, así que no quiere ayudarles; sin embargo, Jules le pide paciencia, y dejan el coche en el garaje de la casa mientras llama a Marsellus, pidiéndole que envíe ayuda.

Marsellus envía al Señor Lobo.

Elegante, mordaz, brusco y brillante, Winston Wolf (sr. Lobo) da instrucciones precisas y rápidas a los dos asesinos a sueldo mientras comenta con Jimmy los detalles; al cabo de media hora, todos los problemas están resueltos, con el coche camuflado y limpio en un desguace de confianza, las ropas pringadas de sangre se han intercambiado por unas ridículas bermudas y camisetas y ambos asesinos se quedan a cierta distancia de cualquier punto de importancia en Los Ángeles. Pero han salido de la Situación Bonnie.


El restaurante Hawthorne Grill. Principio y final de la obra de Tarantino, el restaurante alberga a dos parejas singulares. La pareja de Pumkin y Honey Bunny, la pareja de jóvenes y creativos atracadores que se quieren con locura, se plantean qué hacer con sus vidas de robos y atracos, con lo mal que va el "negocio". Conversan brevemente...

Y Pumpkin llega a la conclusión de que atracar restaurantes es un buen negocio. Honey Bunny secunda esa opinión, entusiasmada, y acuerdan empezar a trabajar. Sacan las pistolas y... empieza la película.

Mientras, en una mesa no muy lejana, un par de tipos con bermudas y camisetas, que parecen completamente fuera de lugar, están hablando seriamente acerca de teología aplicada, filosofías vitales y lo sucio que es el cerdo, no necesariamente por ese orden. Uno de ellos se va al baño, mientras que otro se queda en su mesa; los jóvenes y alocados atracadores le cogen justo en esas circunstancias, desayunando tranquilamente. No voy a fastidiaros el clímax de la película. Sé que ya os hemos reventado toda el resto del argumento (como corresponde a este apartado, por supuesto), pero esta escena es un final interesante para ser de Tarantino. No diré más al respecto.


Y, una vez he dicho todo lo que quiero decir de la difícil trama de este peliculón, podéis preguntaros... ¿Pero qué significa esto? La estructura episódica, a pesar de estar desordenada encaja a la perfección, como si de un puzle se tratara, y va más allá de ser una típica película de matones en la que los malos siempre pierden y los buenos son los mejores; es lo que podríamos llamar un "modelo Tarantino". Todo el argumento en sí es una crítica y un homenaje al pueblo norteamericano, a sus costumbres, a su cultura... a su precioso "American Way of Life", con toda su libertad, su oportunidad y, ante el fracaso o siquiera la casualidad (que bien puede interpretarse como Dios, que diría Jules, en Pulp Fiction), la más fría de las crueldades. Los fast-food, los restaurantes temáticos, los matones, el sexo, las drogas... dando a la película resueltos e inesperados giros que te cogen completamente desprevenido (¡casualidad, divina casualidad!) y pocos son los momentos de auténtica tranquilidad. Dentro de este homenaje general, también podemos encontrar casos concretos de personajes de la cultura americana que van desde Douglas Sirk a Marilyn Monroe, que sirven en el restaurante temático al que Mia va a cenar con Vincent. Y tantos otros guiños y golpes que, juntos, dan un panorama simultáneamente desolador e hilarante, a un tiempo que humano en el sentido que Quentin Tarantino da a sus películas (el peor sentido de la palabra "humano").

OPINÓ: Borja Oliván.



PERSONAJES. Lo curioso de Tarantino es que convierte la casualidad en cine. No se trata sólo de que mueva los hilos de sus películas de forma aparentemente aleatoria, sino que sea capaz de dirigirlos luego de un modo coherente, al tiempo que parecen absurdos y descoyuntados. Cosas curiosas que se demuestran en los personajes (protagonistas o no) de Pulp Fiction. En esta película, los personajes tienen un comportamiento ligeramente carente de realismo; tal vez por ello resulten un tanto auténticos, pero los únicos personajes que aparentan lo que se vería en el mundo real son los de "usar y tirar", personajes como los sádicos de la tienda de empeños o los traidores que intentan estafar a Marsellus. En esencia, son tipos que se explican a sí mismos por lo asustados que están frente a los personajes fríos, desapasionados y convincentes que son los protagonistas o por lo terriblemente perversos que resultan; son humanos, pero humanos que viven al límite.

Los protagonistas auténticos de esta película, por otro lado, no son así; son resultado de una cuidadosa ingeniería combinada, resultado de lo que consiguen Quentin Tarantino y sus actores cuando trabajan juntos.

Vincent Vega es un ejemplo de esto. Muere en esta película. Sufre en esta película. Se cabrea, se coloca, se caga, se carga a la gente, y todo ello lo hace al tiempo de parecer un personaje que, sin llegar a ser humano, es realmente auténtico. Así son los personajes en el cine de Tarantino: son AUTÉNTICOS. Más que reales, más que coherentes, son personajes con una personalidad que supera la realidad del mundo, individuos con sentimientos incrementados o directamente inexistentes.

A veces antinaturales, como el frío Marsellus; a veces, en un autodescubrimiento, como el iniciado en los asesinatos Butch (Bruce Willis es un actor de primera en esta película, por cierto); y, por encima de todo, en una carencia absoluta de sentimientos, o, al menos, de expresión en ese sentido... salvo, y he aquí la parte interesante de la película en lo tocante a los actores, cuando lo hacen de un modo superficial y frívolo (cuando Mia Wallace y Vincent están absolutamente drogados, en el restaurante, o cuando Jules y Vincent hablan, relajados, en el bar, tras haber escapado de la "Situación con Bonnie"), o cuando están metidos hasta los codos en ese choque caótico que es la vida criminal, el guión en el que Tarantino les hace darse de bruces con errores garrafales, accidentes o casualidades (detalle interesante en este aspecto, la únicas escenas en las que Travolta y Willis se encuentran juntos en la misma escena, uno insulta al otro y el otro mata al primero, respectivamente; ¿hay algo más humano que la venganza posibilitada por la realidad... y la casualidad?).

Una breve relación de los personajes es de rigor; aunque advierto con tiempo al lector que no será posible, ni por un momento, alcanzar la auténtica profundidad de sus psiques.

Vincent Vega, interpretado por John Travolta, es un asesino frío, maleducado y drogadicto, pero de fiar (para ser un delincuente) y bastante orgulloso; incluso en la presencia del brillante Sr. Lobo, se muestra mordaz y bastante poco comedido, puesto que considera que "se le pone bajo mucha presión" (y obviando el hecho de que la situación es, directamente, responsabilidad suya). Es duro decirlo, pero hasta él tiene sus emociones, más allá de su afectación y su orgullo (y sus drogas), que suele mantener lejos de él.

Jules Winnfield es un tipo aún más malhablado que Vega, pero también es sensible a las sorpresas, y su sarcasmo y personalidad son una misma cosa cuando se trata de trabajo. Es un hombre que muchos llamarían frío, a pesar de sus arranques de rabia, pues siempre mantiene la cabeza en su sitio, mientras que otros le definirían como sensato (para ser una pistola de alquiler) y otros le llamarían, sencillamente, duro. La costumbre de recitar un pasaje de la Biblia (bastante modificado, por cierto) cada vez que mata a alguien podría ser, a medias, una reminiscencia religiosa y un hábito defensivo, para negarse el hecho de que mata gente, pero no es probable, ya que es capaz de ver morir a alguien por accidente y bromear sobre el asunto sin ningún problema. De todos modos, este singular individuo sin culpabilidad es rígido en su decisión de abandonar el "negocio" cuando se produce el soprendente evento en casa de Marvin. Un excelente Samuel L. Jackson juega el papel de Jules, el "¿santón?", que merece una entrada por sí mismo.

Butch Kullich, más conocido en el mundo real como Bruce Willis, es un puño cerrado, un tipo duro donde los haya, un soldado duro, hijo de soldados duros, nieto de soldados duros; es un hombre con una especie de honor retorcido, pero generoso y muy emotivo con Fabienne, la chica francoamericana (no muy inteligente) con la que comparte su vida. Este boxeador casi acabado se enfrenta a la difícil decisión de abandonar su carrera, en contra de su orgullo, para retirarse con un pellizco notable a cambio de su "orgullo"... que no le basta. Paradójicamente, es de los pocos no delincuentes en la película... y es el que termina matando a más gente a lo largo de ella.

Mia Wallace es una mujer etérea, tan drogadicta o más que Vincent, pero mucho más infantil y mimada... y, a la vez, da la impresión de haber viajado, de haber visto mundo, siempre protegida y a la vez siempre expuesta de forma voluntaria. No obstante, Uma Thurman (morena, por cierto) es capaz de darle una complejidad interesante a la señora Wallace, que pasa del cielo del flipe cocainómano al infierno de la sobredosis y, de ahí, al no mejor purgatorio de la supervivencia. Por suerte para ella y para el matón de Marsellus, su pacto de silencio les permite eliminar ese pasaje concreto de sus vidas. Maravillosa Thurman, en todo caso, que no necesita formas arrebatadoras para ser seductora, incluso femme fatale, y perfectamente casual a la vez, casual y simpática (mientras habla de gente a la que su marido ha tirado por el balcón de su casa).

Marsellus Wallace: orgulloso, duro de pelar... un "machote" que se siente (literalmente) violado cuando tiene que sufrir las vejaciones a las que le someten los sádicos de la tienda de música, y que se convierte en una gélida bestia asesina cuando a Butch se le ocurre liberarle. Y, de hecho, aunque se comporta de un modo "razonable" con Butch, sigue siendo también un hombre temeroso de su reputación (mala reputación)... y, como todos los demás, es una víctima del más sádico de todos los personajes, de Quentin Tarantino, director y torturador, a través de la coincidencia, el desastre y la cagada local y general, de todos los personajes.

OPINÓ: Javier López.


... PERO TE ASEGURO QUE INTENTO SER EL PASTOR, RINGO. Esto es todo por ahora, pero esperamos que volváis por aquí para dejar vuestras sugerencias. Sabemos que esto no es (en absoluto) una crítica de la misma calidad que la de un profesional. La nuestra es mejor. Y no sólo porque no tenga comentarios para el sonido, la fotografía o el atrezzo, sino porque Tarantino, no lo necesita.

Tarantino no es una marca de moda. No sé cómo lo veréis, pero no necesita presentación.

FIRMADO: Los implicados.







11 comentarios:

Carlos Naval dijo...

Mi buen Javier. Soy contento con este blog. ASí que lo he abierto ya a ojos ajenos. Espero que lleve a buen puerto los críticos comentarios de sus critiquicantes.

Un abrazo y enteramente suyo...

Carlos.

Anónimo dijo...

Bueno, ya era hora! Conste y sabedlo bien que llevo dos semanas acudiendo a este link para visitaros y me encontraba con un deprimenmte mensaje recordándome no estar invitado y no poder realizar sugerenias si no disponía de una cuenta google que, al parecer, el mundo entero tiene.

Os deseo, de verdad, todo lo mejor en esta aventura, sobre todo que lo paséis divertido.

Cuando nace algo, sea un niño, jaja, una niña, un champiñón, un pajarillo, una idea o una simple web, toda la ilusión se vuelca en lo que haces.

He de confesar que no vi la película, es de esas pelis que sabes que no puedes dejar de ver y, sin embargo, no la ves.

Y también porque huyo un poco de los argumentos demasiado complicados, ya me complico yo todo mucho, jeje.

Aún así, no he he hecho caso a vuestra recomendación y leí todo hasta el final, con lo cual mi lío mental es ahora impresionante, así que me daré una ducha.

Seguid con esa pasión contagiosa.
Un abrazo, amigos. Estaré por aquí. Por aquí mismo.

:)

Anónimo dijo...

Ah! Se me olvidó decir que amo a Uma Thurman!

Jeromín dijo...

Encañonado por la Desert Eagle 5.0 de Javier, me dispongo a llevar a cabo mi testimonio sobre este blog y los implicados e incriminados en el mismo.

Al igual que mi compañero de enajenaciones no transitorias (o pibe d'as pampas) estoy feliz como una perdiz de que esto marche y de compartir papel y boli (que no pluma) con tan honorables mercedes.

Por lo demás, voy a ver si puedo seguir con vida o tendre que andar por el mundo con la cabeza llena de plomo y sin una parte de la misma. Hasta entonces, un abrazo para todos los que se atrevan a articular palabras con la mano en este blog cinegetico!!!

...besos...

Anónimo dijo...

¿Hasta tal punto te estresan, querido amigo Borsha, que tendrás que andar con la cabeza llena de plomo y sin media parte de ella?

Voy a ver, pues, si me compro otra Desert Eagle 5.0, que al parecer, surte efecto.

Siempre se aprenden métodos nuevos.

(oh dios mío, me he metido en yahoo buscando Desert Eagle 5.0 y me he asustao)

(Jesu, ten cuidado con los implicados, que parecen contundentes)

(al que se porte mal no le invito a la orgía del casting)

Jeromín dijo...

Sería un honor acudir a tan resonado evento mi querido Iesu jeje.

Por cierto, se que tengo pendientes algunos tinglados con vos, espero no tardar mucho en cumplir con mi deber. De todas formas puedes ir comprando munición para la desert y considerare la espera como lo que no es xdd.

Miau!!!

Alanthos dijo...

La Desert Eagle no es buena. Mata gente. Deberíamos saberlo, gente. Todo el mundo sabe que lo mejor es emplear una Jericho 943. ¡También es una Magnum, pero más manejable y tiene un cargador más amplio!

Dicho sea de paso... acabo de comentar en la Agenda de Ideas, Jesu. Bonito tema. Bonito tema...

Carlos, cuando leas esto, y si no te he llamado yo ya, llámame.

MIAU. MIAUMIAUMIAU.

PD: Por si no os habéis percatado, eso significa algo como "EL ÚNICO QUE DICE MIAU SOY YO." Y, si no lo soy, siempre habré sido el primero.

De lo contrario, sacaré la Jericho. Buenas noches. ^^

Jeromín dijo...

Lo he captado, aunque no se si lo decías por mi, ya sabes, a veces son mis manos las que escriben los mensajes y otras veces mi cerebro.

De todas formas esperere impaciente a que me hables de ese asunto tan pesado que te traes entre manos y que empieza por J.

Un abrazo pequeño Xavi!!!

Guau?

Alanthos dijo...

¿Juguetes?

Cuac. Y miau.

Carlos Naval dijo...

Cielos. ¿Quieres llamarme de una vez en vez de tenerme tan intrigado?

¡Y dejad de hacer ruidos! Pretendo... mmmmm... no sé. Algo. Seguro que me acordaría si la gente no dejase de rebuznar et pronunciar exabruptos.

Ñiiieeeeec.... ¡KAPUM!

Anónimo dijo...

Puesssssssss... ya tengo la munición, Borsha.

Espero no tener que utilizarla.

(miau y guau)