miércoles, 21 de enero de 2009

La Comedia Nueva

FICHA TÉCNICA:

TÍTULO: La Comedia Nueva.

AUTOR: Leandro Fernández de Moratín.

PRIMERA REPRESENTACIÓN: 1792.

CIUDAD: Madrid.

GÉNERO: Teatro. Comedia neoclásica.


RESUMEN:

La comedia nueva o el café trata de las conversaciones que se producen en un típico café madrileño cercano a un teatro sobre temas que giran en torno a la nueva creación de una comedia “intitulada como el gran cerco de Viena”. Toda la acción trascurre en el café y va desde las cuatro a las seis de la tarde.

INTRODUCCIÓN:

Antes de pasar al análisis más meticuloso con el contenido de la obra cabe pincelar el contexto histórico en el que esta obra fue escrita. El siglo XVIII fue un siglo de las nuevas luces que perfilaban los nuevos grandes pensadores: ilustrados y amigos de la ciencia y el conocimiento. Pero la totalidad de España no eran Floridablanca, Jovellanos y Cadalso. La sociedad dieciochesca estaba sumida en la oscuridad de la ignorancia y el analfabetismo. Los más eran simples parlanchines, “pedantes erizados, locuaces, presumidos de saberlo todo”. Mucha de esta gente perdura todavía hoy en la sociedad española. Es una marca de estilo castiza aquél que habla siempre y sin saber, los enterados del pueblo y la ciudad.

En este contexto, el teatro se alzaba como el máximo medio de comunicación con el pueblo. Sin embargo, su potencial se entregaba en manos de aquellos que enredaban con sus palabras; con difíciles argumentos mil veces hilados sobre sí mismos liaban al público, le mostraban con fanfarria inimaginable, soldados y ejércitos que se alzaban estruendosos. A lo sumo se llegaba a atrapar al público en lo intrépido y acelerado de la acción y se entretenía al vulgo. Nada más.

Este teatro barroco, algo caricaturizado en La Comedia Nueva, chocaba con el ideal de una forma de entender la representación dramática mucho más sencilla, de alcance universal y fines didácticos e ilustrativos. Ésta otra sería la comedia neoclásica y en esta clave escribe Leandro Fernández de Moratín el teatro al que nos referimos.


LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN:

El autor es un ilustrado. En su obra habla incluso del Gobierno español como “un Gobierno ilustrado como el nuestro, que sabe cuánto interesan a una nación los progresos de la literatura, no dejará sin premio a cualquiera hombre de talento que sobresalga en un género tan difícil” (Don Pedro). Sus ideas contrastan fuertemente con las de los autores barrocos y eso está muy presente en la temática de la historia. El universalismo al que aspira con la literatura queda reflejado en la sencillez y la meridiana claridad del lenguaje que utiliza. Desea que llegue su mensaje al público, hilar los personajes en torno a ellos.


EL TEATRO COMO METATEATRO

Quizá lo más interesante de esta obra es la creación de teatro en el mismo teatro, un género novedoso y con muchas posibilidades argumentales. Ya Don Eleuterio en el primer acto está construyendo la tonadilla a su función: DON ELEUTERIO: “(...) Ocho o diez versos de introducción, diciendo que callen y atiendan, y chitito. Después unas cuantas coplillas del mercader que hurta, el peluquero que lleva papeles, la niña que está opilada, el cadete que se baldó en el portal; cuatro equivoquillos, etc., y luego se concluye con seguidillas de la tempestad, el canario, la pastorcilla y el arroyito. La música ya se sabe cuál ha de ser: la que se pone en todas; se añade o se quita un par de gorgoritos, y estamos al cabo de la calle”. Don Hermógenes también indica de una forma peculiar, cómo se realiza según su parecer, una comedia, y cito el momento en el que le preguntan su opinión sobre la comedia El Cerco de Viena: “DON HERMÓGENES: Sí diré; pero antes de todo conviene saber que el poema dramático admite dos géneros de fábula. Sunt autem fabulae, aliae simplices, afiae implexae. Es doctrina de Aristóteles. Pero le diré en griego para mayor claridad. Eisi de ton mython oi men aploi oi de peplegmenoi. Cai gar ai praxeis...[...] Cai gar ai praxeis on mimeseis oi...[…] ...mythoi eisin ipar ousin...

De este modo, Leandro hace teatro haciendo teatro dentro de él. Construye y destruye la voluptuosidad barroca con el fin de destacar el contraste con “La nueva comedia”. De hecho, hay un momento recogido en la introducción, en el que Don Eleuterio exclama en el segundo acto: “DON ELEUTERIO: ¡Picarones! ¿Cuándo han visto ellos comedia mejor?”. En su representación en 1792 esta frase fue aplaudida por el patio del público por lo equívoco de su referencia y la propia situación en la que se estrenó. Mucha gente quiso boicotear el teatro, tal como se habla en la misma obra de los abucheos pagados que mueven al resto de gente; un acto que destroza la obra y la aleja para siempre de los tablados donde se representa. Cabe destacar que la misma Doña Mariquita tiene miedo de que un boicot pueda echar al traste la obra de Don Eleuterio, tal como ha pasado con tantas otras. Una obra en la que ha depositado tantas esperanzas de futuro.


LA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD

Para llevar a cabo este análisis crítico en La Comedia nueva, Leandro Fernández de Moratín usa arquetipos genéricos de proyección universal. Como ilustrado, aplica sus formas de conocimiento racional a los esquemas sociales de una forma sencilla y claramente identificable. De este modo, no existen por sí mismos Don Hermógenes, Don Pedro, Don Antonio y Don Eleuterio; pero sí sus aproximados reflejos en la realidad. Esta razón es por la cual sufrió cinco censuras tras las cuales se descubrió que no se trataba de un “libelo difamatorio”, sino “una comedia escrita con arte, capaz de producir efectos muy útiles en la reforma del teatro”.

Don Eleuterio “es el compendio de todos los malos poetas dramáticos que escribían en aquella época, y la comedia de que se le supone autor, un monstruo imaginario, compuesto de todas las extravagancias que se representaban entonces en los teatros de Madrid”. Don Hermógenes el pedante sabelotodo, además de malvado y pérfido, tan extendido en la raigambre cultural española de entonces y ahora. Éste último sería el crítico ilustrado que quiere hacer primar la razón sobre el burdo y vacío entretenimiento de la turba del vulgo. A don Antonio, aunque es un hombre ilustrado, es el arquetipo del hombre que lleva con desenfado sus días y al que no le interesan o le afectan las creaciones literarias; Doña Agustina una típica adoradora de sabios farsantes, marisabidilla; Doña Mariquita una pobre chica que busca colocarse en unos tiempos difíciles para una familia grande y hambrienta, algo muy común en la España del XVIII. Pipí sería la más clara representación del pueblo llano en una sola persona; alguien que busca entretenerse de la vida rutinaria que lleva en el café como camarero.


FINALIDAD DIDÁCTICA-MORALISTA

La presentación de los personajes, el desarrollo del argumento hasta el estreno y el fracaso estrepitoso de la comedia El cerco de Viena, conducen a la desesperación del autor de la misma, Don Eleuterio, y la de Doña Mariquita; ninguno de los dos tendrá ya de qué vivir. En ese contexto, Leandro termina la obra con la esperanza iluminada por un Don Pedro nada indiferente a los sufrimientos de quienes en su inocencia confiaron en la sinrazón de un embaucador como Don Hermógenes, no van a poder dar de comer a su familia: “DON PEDRO.- Es menester olvidar absolutamente esos devaneos; ésta es una condición precisa que exijo de usted. Yo soy rico, muy rico, y no acompaño con lágrimas estériles las desgracias de mis semejantes. La mala fortuna a que le han reducido a usted sus desvaríos necesita, más que consuelos y reflexiones, socorros efectivos y prontos. Mañana quedarán pagadas por mí todas las deudas que usted tenga”.

CONCLUSIÓN

Es una obra sutil, ingeniosa y sencilla de crítica certera a los males de nuestra sociedad, muchos de ellos aún vigentes. Hay que advertir la carencia en cuanto a la parcialidad del mismo autor respecto al asco a la pedantería, o como el llama, eruditos a la violeta, así como al teatro popular en su degeneración última, y su amor a la ciencia y la ilustración, lo cual crea un entorno algo plano en la emotividad y el desarrollo propio de la personalidad de cada uno de los personajes. Un delicioso teatro, no obstante. Hay que saber apreciar la gran habilidad de los maestros.

2 comentarios:

Jeromín dijo...

Vaya, vaya, estaba estudiando historia contemporánea de España y me topo con la sociedad del XVIII, la vida y sus casualidades.

Creo recordar que la última vez que escuche algo sobre una obra dentro de otra fue en un museo, sobre el cuadro el entierro del conde de Ordaz.

Esto me llamo mucho la atención y me atrajo bastante al igual que me acaba de ocurrir con esta obra y como muy acertadamente has señalado si algo le sobraba a esa sociedad eran pedantes y curas envenenamentes, añado.

Me gusta mucho el contexto, me imagino a los personajes pasando las dos horas en un cafe típico madrileño decorado a lo bohemio con sus vidrieras multicolor y sus corrillos de liberales discutiendo sobre política.

En fin, apunto esta obra a una larga lista de libros que, algún día, cuando tenga tiempo, ganas y mi pereza vuele lejos espero poder disfrutar.

Un abrazo mi querido pibe!!!

P.D: Suerte con los exámenes.

Carlos Naval dijo...

Un abrazuelo frascuelo! jajaja. A ver si te llamo esta tarde y hablamos! Pásame por un privado el teléfono de la vuestra casa pibudo!