viernes, 30 de enero de 2009

Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú?

MICROFICHA:

DIRECTOR: Stanley Kubrick.
INTÉRPRETES: Peter Sellers, Sterling Hayden, Slim Pickens, Keenan Wynn, James Earl Jones, Peter Bull, Tracy Reed, George C. Scott.
MÚSICA: Banda sonora original de Laurie Johnson.
IDIOMA ORIGINAL: Inglés (americano).
GUIÓN: Peter George, Stanley Kubrick, Terry Southern.

FECHA DE PRESENTACIÓN: 29 de enero de 1964.
DURACIÓN: 94 minutos.

BASADA EN LA NOVELA "RED ALERT" DE PETER GEORGE.

Stanley Kubrick nunca fue acusado de ser un director mainstream, sino más bien todo lo contrario; sus películas no eran simplemente "comerciales", sino tremendamente elaboradas, preparadas para ser vistas por personas inteligentes y con sentido crítico. Cuando Kubrick filmó y presentó La Naranja Mecánica, nadie pudo quedarse frío ante semejante obra maestra (por uno u otro motivo, y con muy diversas opiniones, la verdad es que nadie se puede quedar callado ni siquiera hoy en día).

Sin embargo, si Stanley Kubrick tiene una obra de denuncia rabiosa, mordaz y completamente desternillante a un tiempo que dramática sobre la naturaleza beligerante de la Humanidad (y, sobre todo, de los dos bandos de la Guerra Fría), esa es Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú?

El título original no es ese, en realidad; titulada en el idioma original "Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb" (algo así como "Dr. Strangelove o: De Cómo Aprendí a Despreocuparme Y Amar A La Bomba"), la película, que muchos consideran el culmen de la crítica a la guerra nuclear y a la absurda doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada, se desarrolla en una situación hipotética durante la Guerra Fría. En mitad de este estado de tensión entre rusos y norteamericanos se ha empezado a desarrollar algo parecido a un acercamiento entre sus líderes políticos, el premier soviético Kisov y el presidente estadounidense Merklin Muffley (Peter Sellers).

"The fools... the mad fools..." En este mundo en tensión, el General de las Fuerzas Aéreas Jack D. Ripper (Sterling Hayden), comandante de la Base Aérea de Bulperson, da la orden a sus bombarderos de lanzar el Plan de Ataque R. Este plan, pensado como respuesta a un ataque soviético por sorpresa a los centros de poder y gobierno estadounidenses, establece que los bombarderos, armados (cada uno de ellos) con cincuenta megatones en bombas atómicas, atacarán a una serie de objetivos en el interior de Rusia desde sus puntos de espera, a dos horas de cada uno de esos objetivos. El ala de bombarderos 384, de acuerdo con el plan, codifica todas sus transmisiones, de manera que sólo Ripper puede retenerles. Sin embargo, al advertir a los soviéticos del terrible entuerto, Muffley es informado de la existencia de un Arma Definitiva soviética que destruirá toda forma de vida en la Tierra como respuesta automatizada a cualquier ataque nuclear sobre la URSS, y que no puede ser desactivada. Una forma de disuasión perfecta, de no ser, claro está, que el enemigo no sea consciente de ella. Y Ripper no es consciente de ella.

Este es el principio fundamental de una película en la que prácticamente sólo encontramos tres escenarios. Puede decirse que la trama gira en torno a la Sala de Guerra del Pentágono (en la que los miembros del Estado Mayor norteamericano y los miembros más importantes del gobierno estadounidense van perdiendo los nervios progresivamente), el bombardero B52 pilotado por el Mayor T.J. "King" Kong (Slim Pickens) y el despacho del General Ripper. Es un filme que critica la paranoia, la hipocresía, la escasa moralidad de un enfrentamiento teórico entre superpotencias, la insensatez de los militares y la torpeza de los políticos, pero sobre todo, que revela lo absurdo del uso militar de la energía nuclear. Porque, cuando se trata de una guerra en la que los dos bandos se van a exterminar mutuamente gracias a la combinación de ataque y represalia nuclear, ¿qué sentido tiene la guerra?


"... but no more than twenty million people killed! Tops! And depending on the breaks!" Para ser una película rodada en 1964, Kubrick ya se demuestra aficionado a los efectos especiales (dentro de las limitaciones de la época), y no se corta un pelo a la hora de hacer bromas indudablemente hirientes y malintencionadas a costa de los políticos, los militares y los más que cuestionables principios de ambas partes. No se trata sólo de la desaparición completa de la moralidad del General Turgidson (George C. Scott) cuando se sabe que ha empezado un ataque nuclear por orden de un único oficial de alta graduación que se ha vuelto loco, ya que recomienda lanzar un ataque total para masacrar completamente a los soviéticos sin que puedan responder, sino de la seriedad con la que los miembros del gobierno estadounidense sopesan las propuestas del Dr. Strangelove (también interpretado por Sellers), un superviviente del régimen Nazi y prototipo del "científico loco" como consejero de investigación y desarrollo de nuevas armas; como cabe esperar de este personaje desde el primer momento, nada de lo que dice o propone está dentro de los límites de la cordura, pero le toman en serio.

Hay ciertas marcas características de esta película, ciertas escenas y atisbos de imágenes que llaman más la atención que cualquier otra cosa en la misma. Por ejemplo, cuando se enfoca a Turgidson durante los primeros minutos de la reunión en la Sala de Guerra, aparece en el encuadre el lomo de un archivo titulado "World Targets In Megadeaths" (Objetivos Mundiales En Millones De Muertes), lo que da una idea del nivel al que trabajan ya los norteamericanos. Por otro lado, el propio Turgidson, que hace su debut en la película en una escena levemente tórrida (y definitivamente íntima) con su secretaria, pasa de dejarla esperando en la cama a acusar al premier soviético de ser un "ateo degenerado" por ir a encontrarse con una querida, y, finalmente, a mirar con interés la posible poligamia que habría que afrontar de cumplirse la amenaza soviética del Arma Definitiva para recuperar la población mundial desde refugios subterráneos. La hipocresía de los personajes es patente a muchos niveles, en varios asuntos y por varios motivos, .

"A fella could have a good weekend in Vegas with all that stuff..." Dr. Strangelove está plagada, también, de estúpidos manierismos y pequeños gags. El Mayor Kong, por ejemplo, se quita su casco y se pone un sombrero de vaquero cuando reciben sus órdenes; mientras que Turgidson no puede parar de comer sus chicles (hasta que se le acaban), Mandrake se dedica a juguetear con el envoltorio hasta dejarlo completamente liso; Ripper guarda una ametralladora pesada en su bolsa de palos de golf (con la correspondiente ristra de balas); el nombre completo del general, de hecho, es "Jack D. Ripper" (Jack "The" Ripper, o Jack el destripador, fue uno de los más peligrosos y infames asesinos en serie de toda la historia de Inglaterra); así, sucesivamente, los golpes de humor que Kubrick siembra a lo largo y ancho de la película van refrescando el ambiente cada vez más asfixiante de la funesta certeza que es la guerra nuclear, empleando para ello los desternillantes detalles de cada personaje.

Por supuesto, el guión es una pequeña joya, aunque, para ser sinceros, ni yo mismo aguanto ciertos diálogos técnicos de la película a bordo del B-52 del Mayor Kong, pero supongo que el guión debía demostrar una cierta verosimilitud y profesionalidad en la conducta de los pilotos. Especialmente impagables son ciertas escenas de la Sala de Guerra; recomiendo, por otro lado, que consigáis la versión original de la película; la versión doblada al español no está mal, pero la traducción es infame.

La banda sonora, por otro lado, es un vacío: sólo aparecen melodías al principio y al final de la película (sobre todo, las escenas del final del filme son profundas, a su manera; si podéis, haceros con la letra de la canción que suena con ellas, We'll Meet Again, de Vera Lynn, antes de escucharla). Ahora bien, si lo que buscáis es música, siempre que aparezca el B-52 de Kong (un avión llamado Colonia del Leproso, por cierto) sonará bien alta una melodía militar conocida por todos. Posiblemente otro gag, referencia a la estrechez de miras de quienes lo pilotan, que sólo saben que tienen que cumplir su misión, no importa lo que ocurra.

"Two can play that game, soldier! (...) Nice shooting, soldier!" Sin embargo, lo más curioso de "Teléfono rojo..." es que, sin ser realmente "sexual" está llena de símbolos fálicos y referencias escasamente veladas al sexo. Ripper se percató del plan ruso para conquistar el mundo durante el "acto físico del amor". Tanto Turgidson como el premier Kisov tienen affaires extraoficiales que atienden durante la película. Si bien según ciertos críticos de cine las dificultades técnicas del B-52 para lanzar la Bomba se pueden equiparar a las dificultades de Ripper durante el acto sexual, no termino de sentirme convencido al respecto, pero es indudable la analogía . Y, así, sucesivamente; los nombres de Stragelove, Merklin Mufflin, Mandrake y Kisov son de naturaleza al menos levemente sexual o relacionada con el sexo, al principio de la película aparece una escena de respostaje en el aire entre dos aviones norteamericanos que recuerda poderosamente a la cópula... etc.

Kubrick dirigió Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú? teniendo en mente una serie de objetivos. Tenía que ser más o menos fiel a Red Alert, la novela de la que extrajo sus ideas, y al mismo tiempo decidió que quería convertirla en una sátira que apuntara directamente a norteamericanos y rusos. Sin embargo, un hecho poco conocido es que sus actores trabajaron en unas circunstancias algo "especiales"; George C. Scott, por ejemplo, fue engañado (no hay otra palabra más exacta) por el director para que sobreactuara ciertas escenas, haciendo que Turgidson quedara reflejado como una personalidad altamente inestable. Sellers, que demuestra su extraordinaria maestría en la caracterización de tres personajes diferentes en esta película (el Dr. Stragelove, el presidente Mufflin y el capitán Mandrake) iba a realizar, en realidad, cuatro papeles (además de los tres que realizó, el del Mayor Kong), pero debido a un accidente que le sacó del rodaje en el peor momento, Pickens fue escogido en su lugar. Y suma y sigue.

Por supuesto, todo ello, sazonado con el genio indiscutible del gran Stanley Kubrick, da como resultado una comedia ácida, divertidísima y sugerente, que no puede dejar indiferencia sin necesidad de grandes despilfarros o de recursos facilones. Es, en definitiva, uno de los clásicos, una de las grandes obras maestras que no puedes dejar de ver.

"Gentlemen, you cannot fight in here! This is the War Room!" En todo caso, y a pesar de los posibles claroscuros en los que la película pudiera verse inmiscuida, es indiscutible que es una de las grandes obras del cine de crítica y de la comedia de todos los tiempos.

VEREDICTO: Divertida, mordaz, sutil y directa, todo a la vez... es una lástima que la historia que relata sea posible, porque, de lo contrario, podríamos reirnos sin necesidad de pensárnoslo mucho. Un problema clave: ciertas escenas son un poco exasperantes por la lentitud del guión, aunque podría ser la voluntad del propio director; dicho sea de paso que la traducción al español es insoportablemente mala. Un punto fuerte clave: Humor, militares y políticos durante una crisis de la guerra fría... sí, ¿por qué no? Resumen: Desde la impotencia hasta las utilidades del Cobalto-Torio G, esta película se puede disfrutar, estudiar y repasar un centenar de veces... y te seguirá haciendo gracia. Una obra maestra de ayer, hoy y siempre.

4 comentarios:

Carlos Naval dijo...

Interesante. Muy interesante. Stanley Kubrick es de esos directores inolbidables que saben hacer de un humor burdo como sería el de la cópula entre aviones como una deliciosa evasión de las realidades informativas técnicas y el contenido histórico del film, que de seguro ha de contar con muchas y muy detalladas referencias concretas.

La veré lo antes posible antes de opinar tan a la ligera. Por cierto que es una temática muy adecuada para cualquier momento. Hace no mucho me pareció recordar que EEUU seguía inmerso en sus conflictos particulares con el mundo y a favor de su egocentrismo. Me pareció. O sin ir más lejos, el que enfrenta a palestinos e israelíes. Otros se atreverían a decir que el genocidio mundial no tiene nada de guasa, y sin embargo ya lo decía Haydn en un sueño de Harry Haller en El Lobo Estepario: a penas tenemos tiempo para echar una risa.

Es curioso que para Kubrick los temas serios tengan su toque de humor y las situaciones cómicas sean tan terroríficas. Como el yin y el yan.

Un abrazo, mi buen Javier.
PD: He estado llamándote... ya me dirás.

Anónimo dijo...

Sí, nada vuelve a ser igual después de ver una película de Kubrick. Algunas como 2001 las he visto un montón de veces, otras como La naranja mecánica, que nos pasaron en el cine-forum del colegio, no las he vuelto a ver. Me ocurre con esa película, Clockwork Orange, que la tengo guardada en la mente, como esas cosas que ocurren y cuando pasa el tiempo ya no sabes si es cierta o no, sólo sabes que es cierta en tu cabeza y mejor no verla de nuevo quizá para que no pierda el encanto y en este caso la fuerza demoledora, no sé, es una sensacón extraña.

También soy fan de Peter Sellers, un actorazo no del todo valorado por dedicarse fundamentalmente al humor. Su personaje de Chance Gardiner es rotundamente genial. Une lo humorístico a lo transcendente de manera prodigiosa, como explica Carlos que hay que hacerlo. Rodó esa película cuando se estaba medio muriendo, desapareció igual que Chancey, igual que su autor, Jerzy Kosinsky, que dijo algo así como... "me voy por un rato más largo de lo habitual, llamad a ese rato eternidad."

Cuando Chance, Peter, sube desvalido al cochazo de la mujer del magnate, Shirley McLaine, tras ser levemente atropellado, lo hace mareándose. La genial actriz explica en sus memorias cómo realmente su compañero se mareó porque estaba sufriendo un infarto en ese momento.

Uno de vosostros tenía que hablar de esa película, no? O leer el libro. Creo que tú, Javier, lo tenías en una lista, que luego borraste, te tengo controlado, ya lo ves.

Y también me muero de ganas por leer la crónica de Carlos sobre El guardián entre el centeno, extrañísimo libro que no he leído -para variar-, sólo me dedico a leer cosas sobre él, que es lo que me gusta, buscar de aquí y allá. Un estudio creo que decía que la mayoría de delincuentes-homicidas en USA había leído ese libro; pretendían saber las posibles relaciones. O simplemente será que lo tiene todo el mundo allí de libro de cabecera. ¿Qué opináis de los mensajes e ideologías subliminales que supuestamente mueven el mundo?

El tema de la guerra fría me ha recordado una película menor que a mí me gusta mucho, se llama Juegos de guerra, debe ser de los años 80. ¿La conocéis? Una pareja de jóvenes aficionados a los vídeojuegos se cuela informáticamente en la NASA y provoca la activación del programa de guerra termonuclear mundial que en unos minutos puede acabar con el planeta.

Terminan dialogando con la máquina e invitándola a jugar al tres en raya con un doble motivo: consumir su energía para desactivarla y lograr que aprenda a comparar ese juego con el juego de la guerra mundial. El programa informátco llega a la conclusión de que ambos juegos son inútiles porque nadie logra ganar. Entonces detiene todo el sistema, el lanzamiento masivo de misiles se paraliza e invita a sus interlocutores a echarse una partidita de ajedrez.

Es el momento en que todo el cine aplaude, lanza al aire las palomitas de maíz y besa a quien tiene al lado.

Abrazos a todossssssssss!

:)

Carlos Naval dijo...

Así es. Preparo la crítica con interés yo también. Desvelaré un par de cosas. Espero que pueda cumplir con las expectativas de aquellos que esperan algo importante.

Un abrazo a todos.

Meren dijo...

No es cuestión que la traducción sea mala en castellano. De hecho, si tienes la oportunidad te propongo que la compares con las sudamericanas. La cuestión es que en España en esa época la dictadura era muy dura y había ciertas cosas que no se podían decir. Por eso cambiaron de medio a medio el sentido de la película.

Si te das cuenta, eso está también reflejado en el título. Y de hecho hay una escena que la suprimen, el momento clave, cuando habla de los fluidos.

Es un tema muy interesante, te invito de verdad a indagar en ello ;). O a lo mejor son gajes de la profesión y sólo me lo parece a mí.

Un saludo.